Se sentía como si él y ella compartieran la misma respiración. El era la inhalación y ella la exhalación. Él era quieto y silencioso y ella estallaba a su alrededor como fuegos artificiales. Pero eran conscientes de que en esta vida, al menos en esta, no lograrían estar juntos. Lo tenían claro. Tan nítido como el intervalo de sus miradas. Habían citado un pacto entre ellos y entregarían sus almas para efectuarlo. Se amaban. Sí, se amaban seriamente, excesivamente, sutilmente. Se amaban con todo lo que incluye el verbo, con todo. Y fue ese mismo amor el que los hundía en una tregua invisible, disfrazada.
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"Tienes las pupilas llenas de terremotos."
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